LA DUDA ESTELAR
De dentro del centro del universo
Nace una duda proyectada en verso
Hacia fuera, hacia los muros de su encierro,
Como un rayo de luz inalterable, tenso
Que busca traspasar los límites del entendimiento.
“¿Oculta la luz a la sombra
O el ocaso a la aurora?”
¿Quién vierte su dominio
Sobre la tierra desnuda?
Despega con esperanza la duda
De estrellarse en su designio.
Inmensos océanos de estrellas
Contemplan la estela de un cometa
Sin cabeza ni final que lo embellezca,
Sin espacios sordos que lo contengan,
Sólo una extravagancia que no cesa
En el uniforme fluir de su línea recta.
“¿Qué es ese movimiento
Que parece no ceder ante lo inefable del Tiempo?”
Se preguntan las estrellas inmóviles en su tormento.
“¿Quizás el Mesías del movimiento perpetuo
O la fugaz esperanza de un sueño?”
Bailando para cada estrella,
Rodando para su sol,
Giran, danzarinos, los planetas
En eterna sinfonía de atracción.
Y ven allá, cerca o lejos,
En la honda negrura de espacios infinitos
La tenaz incertidumbre vertical
Que ¿asciende? Muda de inalterabilidad
Allá – lejos, muy lejos – dónde acabe su camino,
Hendiendo en fúlgido horizonte
Todo lo negro.
“¡El universo se rompe, en dos se parte!
¿Arte sideral?, ¿Filosofía dual?, ¡Equilibrio universal!”
versado en estrellas, licenciado estelar,
un negro agujero, extasiado, grita sin cesar,
Escupiendo su silencioso tragar.
Horadando el vacío, diminuto túnel de ansiedad,
Liviana flecha de necesidad espiritual,
Del impulso que nace de la inquietud
Del alma – acción infinita
De una reacción eterna - sin paciencia
Impaciente que a poco muera con la espera.
¡Sin esperar esperanza que calme la necesidad
Elemental!
Porque lo absoluto está
A nuestro lado para mañana o nunca
– Bajo el tercer principio -
sonreír a nuestro lado
Contemplando el horizonte que nace.
De dentro del centro del universo
Nace una duda proyectada en verso
Hacia fuera, hacia los muros de su encierro,
Como un rayo de luz inalterable, tenso
Que busca traspasar los límites del entendimiento.
“¿Oculta la luz a la sombra
O el ocaso a la aurora?”
¿Quién vierte su dominio
Sobre la tierra desnuda?
Despega con esperanza la duda
De estrellarse en su designio.
Inmensos océanos de estrellas
Contemplan la estela de un cometa
Sin cabeza ni final que lo embellezca,
Sin espacios sordos que lo contengan,
Sólo una extravagancia que no cesa
En el uniforme fluir de su línea recta.
“¿Qué es ese movimiento
Que parece no ceder ante lo inefable del Tiempo?”
Se preguntan las estrellas inmóviles en su tormento.
“¿Quizás el Mesías del movimiento perpetuo
O la fugaz esperanza de un sueño?”
Bailando para cada estrella,
Rodando para su sol,
Giran, danzarinos, los planetas
En eterna sinfonía de atracción.
Y ven allá, cerca o lejos,
En la honda negrura de espacios infinitos
La tenaz incertidumbre vertical
Que ¿asciende? Muda de inalterabilidad
Allá – lejos, muy lejos – dónde acabe su camino,
Hendiendo en fúlgido horizonte
Todo lo negro.
“¡El universo se rompe, en dos se parte!
¿Arte sideral?, ¿Filosofía dual?, ¡Equilibrio universal!”
versado en estrellas, licenciado estelar,
un negro agujero, extasiado, grita sin cesar,
Escupiendo su silencioso tragar.
Horadando el vacío, diminuto túnel de ansiedad,
Liviana flecha de necesidad espiritual,
Del impulso que nace de la inquietud
Del alma – acción infinita
De una reacción eterna - sin paciencia
Impaciente que a poco muera con la espera.
¡Sin esperar esperanza que calme la necesidad
Elemental!
Porque lo absoluto está
A nuestro lado para mañana o nunca
– Bajo el tercer principio -
sonreír a nuestro lado
Contemplando el horizonte que nace.